MADRID Actualizado:GUARDAR
La aprobación, en 2021, por el Consejo de Ministros de la norma de calidad del aceite de oliva y del orujo de oliva, supuso un nuevo paso para atender las demandas del sector sobre un plan nacional específico de control de trazabilidad. Garantías para sector y consumidores sobre un producto cuyo anterior normativa se remontaba a 1983, cuando ni se apuntaba el decisivo valor para la dieta mediterránea de un producto del que España es el principal elaborador y exportador mundial (cerca del 15,1% de tierra de cultivo dedicada a su producción).
En pleno siglo XXI, la normativa se desarrolla en línea con la innovación. Por ello, desde instituciones como el centro de investigación Ainia se destaca la importancia del avance normativo.
Así lo hace José Maria Ferrer, jefe del departamento de Derecho Alimentario: «La revisión de la regulación ha supuesto una adaptación a la situación actual del sector y a los avances tecnológicos. El legislador incidió en determinadas medidas ligadas a la trazabilidad y otros elementos para proteger un producto de tan alto valor». En este sentido, el Ministerio de Agricultura pondrá a disposición de operadores y autoridades de control un sistema informático para notificar, obligatoria y previamente, cualquier movimiento que afecte al aceite.
Ferrer incide, además, en la importancia de dejar las cosas claras al consumidor: «Además de las iniciativas para proteger el aceite de oliva, también hemos de esperar al desarrollo del código de buenas prácticas, que ayudará en la mejora de la percepción por los consumidores de la calidad del aceite de oliva virgen extra, promoviendo estrategias de diferenciación y valorización, incluyendo el uso de envases y formas de presentación que permitan diferenciarlo de otros aceites».
Otra de las nuevas noticias es la prohibición de prácticas como el ‘refrescado’, la mezcla de aceites de oliva vírgenes de la campaña en curso con otros anteriores para que estos mejorasen sus cualidades. Y el énfasis en trazabilidad, elaboración y envasado del producto final (en marzo de 2021, el ministerio frenó la prohibición de comercializar el aceite de oliva virgen extra para consumidores en plástico ante las protestas de parte del sector).
Normativa e innovación suponen un nuevo impulso para el aceite de oliva, más aún en tiempos en los que el aceite de girasol ha sufrido los efectos de la guerra de Ucrania… que también ha afectado, por falta de abastecimiento de materia prima, al sector olivarero, como avisan desde Asoliva y Anierac. Desde esta última, su director general, Primitivo Fernández, reclama estar vigilantes ante los cambios normativos: «Estamos especialmente atentos a las nuevas exigencias que se pueden derivar de la Ley de Envases y del proyecto de Real Decreto sobre residuos de envases, porque, más allá de las exigencias de la UE, en España se está proponiendo una legislación más exigente que, a buen seguro, y a pesar de los esfuerzos que ya hace la industria envasadora, nos restará competitividad».
Rafael Sánchez de Puerta, Díaz, director general de DCoop (compañía formada por 180 cooperativas), destaca, por su parte, «las últimas normativas impulsadas por la Administración para garantizar la trazabilidad del aceite de oliva. La certificación voluntaria del proceso busca reforzar la imagen de la calidad del aceite de oliva español, que está impulsando la investigación y la innovación. En Dcoop también apostamos por ello, algo esencial para conseguir valor». Cuentan, además, con un proyecto de mejora de la rentabilidad del olivarero tradicional, en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible 8 (crecimiento económico) y 11 (comunidades sostenibles).
Mientras se despejan las incógnitas legislativas, el sector asienta su posición en el exterior, como un auténtico vector de exportación. Así se destaca en el informe de Anierac ‘Los falsos mitos sobre el aceite de oliva virgen español’ (toda una radiografía del sector) y en los propios del Consejo Oleícola Internacional, que destaca cómo la producción se ha doblado en los últimos 20 años no solo por el consumo en países mediterráneos, sino en otros como EE.UU., Brasil, Japón...
Desde ICEX, María Naranjo, directora de Industria Alimentaria, subraya cómo «en la temporada 20/21 se produjeron 1.4 millones de toneladas, seguidos muy de lejos por Italia con algo más de 400 millones de toneladas esa misma temporada. Somos también el primer exportador mundial, siendo paradójicamente Italia nuestro principal mercado de exportación (y de reexportación…)».
ICEX ha afrontado la pandemia con la promoción de catas virtuales, acciones con importadores y contenidos y reportajes en medios digitales para poner en valor este producto, que ha superado el 6,4% de descenso exportador en 2020 con un 21% de incremento interanual en 2021 y que cuenta con acciones, por ejemplo, en EE.UU. como el lanzamiento de un programa de introducción de empresas de alimentos premium, apoyado, como destacan desde ICEX, «en el creciente segmento de tiendas especializadas en productos españoles que están surgiendo en todo el país».
Una nueva e ilusionante etapa para el sector, que se beneficia de los avances en innovación por diversas instituciones, como en el Instituto de la Grasa (ubicado en Sevilla), adscrito al CSIC, que celebra su 75 aniversario. Entre sus proyectos en curso, destacan dos de ellos que cuentan con financiación por parte de la UE: Phenoliva, relacionado con la gestión integral de residuos para la industria del aceite de oliva y Phenoils, centrado en el desarrollo y optimización de nuevas tecnologías de extracción de aceite de oliva para obtener aceites más saludables. Nuevos pasos para reforzar un alimento saludable que, además, refuerza su contribución al desarrollo económico sostenible.